sábado, abril 02, 2005

Te prefiero.

Estoy admirando cómo este espíritu vela por tu tacto, sueña ese pelo. Cómo la cáscara del tiempo se va abollando, y el cristal que es esta espera termina cediendo ante tanta presión del ansioso resplandor.
No entiendo por qué, pero, sin necesidad de elegir, igual prefiero tus alas, o ese vuelo inconciente y despreocupado (hasta cierto punto) pero con un vértigo sensible.
Claro, si hay vértigo, hay cierto miedo voraz a las alturas, a treparme a aquella estrella. Pero no puedo vacilar, nomás te acepto como algo que no quiero ni siquiera discutir, como las hojas no discuten a la luz del sol.
Te prefiero, aunque no tenga que hacerlo, aunque no haya un plan B, aunque dude de las conveniencias, a pesar del horror, del temblor... te prefiero.

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