viernes, julio 22, 2005

Ay.

En la panza.
Me atacan.
De repente pienso en vos
y vienen a mí en gran número
y revolotean.
Y nada... me cuelgo.
Me da ese estremecimiento
raro, lindo, tierno, peligroso.
Te daría el abrazo más perfecto
que pudiera dar alguien
completamente embelesado.
Pero no estás acá.
Nomás hay algo así
como tu recuerdo fugaz.
Y me doy cuenta que sigo
en la misma vida que recién.
Sólo que me urge un poco más
tu presencia
tu espalda frágil entre mis manos.
Aunque sea sólo un saludo.

No hay comentarios.: