domingo, enero 28, 2007

La fragilidad y la belleza se unifican en esa flor.
Y uno, de torpes dedos, le tiene tanto miedo como a las sombras, aunque con una dulzura que de ninguna manera podrían portar esas umbrías formas.
Tener tanto jardín para sólo disfrutar de pequeñisimas parcelas donde crece tu amor es algo que hasta duele.
Debería sembrar más.

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