viernes, enero 26, 2007

Sin complemento.

A veces hay muy poca seda en esta ciudad,
y eso duele, mi querido cuerpo,
en esa extremidad que vos no sentís,
que soy yo: tu propia sombra, y tu propio espíritu.

Imaginen sólo sombras sin personas.
Imaginen humo sin incendios.
Imaginen el peor de los infiernos
(que también es el mejor).
Imaginen una flor arrancada
en su máximo esplendor.
Imaginen el dolor
de la luna sin el sol.
Imagínense con frío y más desnudos
que un árbol en pleno otoño.

Y quizás, ya imaginados, gusten del placer que a veces es vivir, y encontrarse la seda y la flor en esta ciudad.

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