Magia de dos aves practicando la fuga de una lluvia arrasadora.
Empapados hasta la última pluma, gritándole a esas gotitas invasoras
que ya está bien de aguar la fiesta.
(Es como meter un sobrecito de Tang en el Pacífico).
Y tienen la puerta abierta, pero prefieren la intemperie.
Intemperie con olor a lluvia, a tierra, a pastito que sonríe,
sonidos de gotas extinguiéndose contra el piso, las tejas,
las paredes y las rejas.
Milagro húmedo del renacer.
Como si las nubes fueran huevos
de donde salen nuevas especies cada vez que abren.
Lluvia, romance de verano.
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