Qué delirio de bajeza esa sumisión a la tristeza.
El miedo (ese que congela) a la libertad y a las botas.
Los ataques de soledad que despiertan demonios.
Los desencuentros eternos con la risa.
Las sombras invasivas, la bronca a flor de piel.
Me pregunto qué sería si cierta gente se tratara a los besos con la vida.
En lugar de usar una lija para dar la mano, digo.
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