martes, mayo 15, 2007

Conceridad.

¿Puedo contarte, amor, del amor? El que hace fuego con una astilla, ese que condena tus despertares a su recuerdo hermoso y las preocupaciones cotidianas que te enturbian los sentidos cuando no comprendés la situación.
Claro que para los escépticos puede ser una solución, pero sin vos no hay problema que solucionar.
Acá estamos vivos porque todavía resiste una flor en el campo helado.
Y entonces cómo cometer el pecado aberrante de colgarte un cartel de invento necio.
Necios los ciegos que no quieren ver el globo rojo que les sonríe dulcenamoradamente.
Necios los sordos que no quieren oir los lamentos del vacío y oscuro ataud donde guardaron el corazón.
Necios los mudos que no quieren endulzar el viento con una canción de amor, amor.
Necios los analfabetos voluntarios de la poesía.
Necios los que no quieren olfatear el cielo en el aire perfumado.

Sentir es parte de creer, claro. Y viceversa.
Pero somos el insensato que quiere dividir la conciencia y el amor, el sentido y la locura, como separar las hojas y las letras en un libro ya escrito.

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