domingo, mayo 13, 2007

Te Viernes.

Qué lindos que son los viernes.
Esa hora donde toda la escalera semanal acaba en el descanso previo al tobogán.
Y ahí estás, contemplando al mundo a un millón de metros de altura de la buena, donde todo es poesía incrustada en su realidad.
Las caras despreocupadas, sueltas, con las comisuras de los labios atadas a los párpados con un hilo que cada vez encoge más.
Y lo mejor es que es el principio.
(Cuando la gente dice "y eso que es SOLO el principio" ¿se puso a pensar que en realidad el principio es el momento cúlmine de todo?).
Después encima vendrán los pibes, las espirituales, los cruzados de todas las noches, la locura y sus estallidos, y un etcétera delicioso.
Y como el viernes es tan lindo, también sabe el sábado cederle un buen pedazo. A cambio de que el domingo también afloje un poco.
Qué lindos que son los viernes...

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