martes, mayo 29, 2007

Deteriorado el color, como una ropa que ha sido lavada incansables veces.
Raspa un poco calzarse esto sobre la piel, y encima cada vez abriga menos.
Parece como ataviarse con una sombra, dirá alguno, que no le pasará muy lejos.
Pero resulta que me gusta y le tomé cariño, y tiene encima la magia de esas cosas que te hacen brillar la mirada cuando recordás todo el repertorio de pasaditos y pasadazos juntos.
Mordido, quemado, raspado, desteñido. No importa. Es el souvenir de un milagro, y con eso tiene paraiso para rato.

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