sábado, mayo 19, 2007

Santísimarisol

Dale que te chorrean los colores, Marisol. Derretí tu aire en mí, deleitame otra vez con esa fracción hermosa de la locura.
Ahí empezamos.
La fracción hermosa de la locura, la puerta de entrada más atrayente. La vidriera llena de sol-uciones y una percepción divina.
Pero somos ambiciosos de la profundidad, amiguito. Y nos abrimos paso entre las tortuosas sombras para alcanzar los límites de la inconciencia. Esos torbellinos de dios donde cualquier lugar no es el lugar, pero igual jugamos de local.
Entonces se trastornan ciertos rincones, ¿sabés? Todo tiene su precio, y el oro acá no toca ningún pito. Se paga con cordura y pulso. El comercio es abstracto en un concreto ineludible.
Y entonces desvariamos en los oleajes de nuestro mar-y-sol, y el enemigo Miedo se relame en su trinchera (que cada vez parece acercarse más a nosotros).
Dura batalla, querido. Esos estornudos espirituales doblan certezas con suma facilidad... uno, conociendo lo bizarro de las realidades, va incoroporando ligeras dosis de sabiduría, imperceptibles dosis, que sólo caerán en forma de ficha cuando la situación lo determine.

Entonces estamos aprendiendo... ¿no?

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