martes, agosto 14, 2007

Cuentos de nadas.

Será que los años no vienen solos.

Y ya la Cenicienta no usa sus zapatos de cristal porque los juanetes no la dejan en paz.
Al Príncipe Azul se le destiñó el atuendo, y encima el pantalón no le cierra.
El lobo feroz no puede comerse a la abuelita: él perdió los dientes por acción de Cronos, y ella duerme en savasana.
Peter Pan trabaja en un delivery y apenas si visita Neverland los fines de semana.
A Dédalos el sol le derritió las alas y rasca musgo en los rincones del laberinto.
Blancanieves murió de soledad porque le crecieron los enanos y tomaron caminos separados.
La armadura del caballero se oxidó como sus huesos.
Y Juan Salvador Gaviota gira en el spiedo de una rotisería en Villa Gesell.

Así las cosas, está costando creerse los propios cuentos de hadas. Y resignarse a que el "final feliz" sea más feliz por ser final que otra cosa... jode.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida sin llanto sería un espanto.
Un cuento de hadas sin felicidad.
(8)

Nos vemos en La Plata, guachín.
Apagá las luces para que no vean lo rata que soy.

MeEeEeEeE.