"Te extraño la puta que te parió".
Gracias al cielo (o al infierno, purgatorio, real academia o sociedad anónima) que existen las puteadas para sacarle lo amanerado a una declaración afectiva.
Y gracias a la vida por escupirme un conejo de su galera cuando creo que ya está todo dicho en materia de alegría.
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