jueves, octubre 28, 2010

¿Qué sé yo?

Un momento sin tiempo,
sin espacio ni devenir,
algo completamente quieto
frío anestésico, de velorio.

La ignorancia a flor de piel,
una quietud invasiva
y esa plena incertidumbre
que queda zumbando
leve, casi imperceptible.

Y, si bien con algún soplido
de sus vientos me he volado
nunca esperé el milagro
ni mis alas son las suyas,
sin embargo, algo creía
al silbido que, al pasar,
elevaba unas sonrisas.

Entonces, es el vacío,
el agujero de su ausencia
que se impone frente a mí,
robándose este momento
dejando una estela absurda
pero también reforzando
con su presencia, una idea
un sueño, una obstinación:
no dejar que las lágrimas
apaguen el fuego legado.

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