aunque sea un instante, y ver
algo más allá del último suspiro,
sin alivios en las pasiones.
Florecen nubes que se atormentan
en el silencio de la soledad
cuando escarbamos un poco más
y llegamos al nervio anímico:
imposible seguir royendo
las sombras que lo rodean.
Entonces crecer es sabio
sin desprenderse del juego
sin renunciar al absurdo
sin empeñar las ideas.
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