sábado, julio 27, 2013

Anoche he sido.

Noches a corazón abierto,
el fuego desangrándose
entre los ritos que urdimos
con impaciencia feroz,
sin segundas intenciones
ni frías especulaciones.

Sorbos de verborragia,
vino entre verso y verso.

Tengo su brillo en la piel,
y su ritmo en el corazón.
Se apodera de mis letras
que la buscan sin decir.

Se hace de día: es extraño
no echarte tanto de menos,
y que al final era todo igual,
a menos que algo sirva
para que todo lo demás cambie,
y encontrar, al fin, en la noche
un milagro perdurable.


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