viernes, junio 02, 2006

Oto.

La feliz nostalgia del otoño en este pedacito de Buenos Aires que me tiene atrapado.
Hay milagros que si bien capaz no son él, son... entonces es una especie que sigue viva.
Y en todo están los charquitos más fríos que de costumbre, el humo que ya no es premeditado, las miradas entre lanas... ¡ay! qué magia de nostalgia grisácea y marrón, cuánta belleza triste, que por ser triste no deja de ser belleza, y más también.
El oro es el palo de moda en la barajas porteñas.
Piensa uno en Mafalda, Sabina, Dolina, Parque Lezama y por qué no Sábato, y Piazzolla.
Y Goyeneche. Y la Balada para un Loco.
Y entonces se rompe la bolsa de la aspiradora y resulta una explosión cósmica de otoño... todo otoño, que dora todo. Y no se puede dejar de amar este pequeño momento de idilio otoñal, como rompiendo con la desazón de su llegada.
Gracias, también al otoño hay que agradecerle que aparezca con una sonrisa de regalo.

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