El olvido va viajando en colectivo
por un ramal que pasa lejos del sentir.
Los pasajeros se apiñan contra el cemento
(pero el cemento también se acaba)
y devoran sin escrupulos la ensalada del mundo
termitas de la geografía (para ellos geograFría).
Luego sacian su sed con las pocas aguas
que aun no enturbiaron bien.
Y ríen, vencedores gloriosos
de un coliseo absurdo e imperial.
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