miércoles, septiembre 19, 2007

Tomi.

No sé por qué, pero acá estás
clavado como un dardo en el blanco de mi memoria.
Del jardín de la nona me fui a tu gris correteo
y entonces la tristeza de no haberte cuidado
de aquella estupidez.

No es excusa la niñez, porque tu vida era vida igual.
Pero esa inconciencia frívola es hoy el tormento de la tormenta que no está.
Nomás quiero exorcizar tu recuerdo.
Y contarte de este duelo con delay.

Hasta la ironía de tu muerte pascual te hizo especial,
como el que te trajo a mí, como tu charrúa tierra natal.
Nunca te quise hacer mal, aunque no me preocupé por hacerte bien.
Quisiera otro atardecer como aquel, ahora... quisiera.

No hay comentarios.: