lunes, noviembre 08, 2010

Jugar a jugar.

¿Se desvanece la identidad?
¿Qué vamos a buscar bajo esos colores?
¿y detrás de ese giro ingobernable
caprichoso, místico, hipnótico, poético?
¿Sólo la tapa del día después
y sus botines colaterales?

No tiene precio el latido furioso
la ansiedad royendo los nervios
capturados por el vuelo liviano
de un efecto imprevisto, mágico.

No hay gato que infle los pechos
más que un instante milagroso
en la agonía de la agonía
haciendo trizas toda amargura
dejando, en el tiempo, la estela
de un grito que alcanza la eternidad.

No pueden los números aplaudir
ni embanderarse en tu estampa
ni encomendarte sus ilusiones
ni explicarte cómo es la gloria.

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