contagia, salpica: se prende
a cualquier mirada oportuna
e inventa una implacable sonrisa
seguida por otra, y otras más.
Es hipnótico su instinto,
y su andar despreocupado
buscando en cada rincón
ilusiones incomprensibles
(a la vez que indispensables)
para saciar su ansiedad.
Y cuando entra en la paz
es como si un zumbido
se apagara de repente,
y nos dejara expuestos
al (casi) perfecto silencio.
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