jueves, noviembre 18, 2004

Me voy volando por ahí... y llego a algún lado que desconozco. Infinito, sí... así parece. Nonono, no es que esté esperando a alguien. O quizás sí... ¿tendrá ojos profundos de roble? ¿piel de corazón de avellana?
Es que viene despacio, o yo ansío demasiado, pero no puedo más. Me corroe la mente. Y el beso de encuentro, formal nomás, cachetes siameses por un instante de pequeña gloria para mí.
¿Y ahora? Hay que declarar... como ante un juez, pero más nervioso y menos seguro...
Nunca las palabras fueron un picaporte tan decisivo: abrir la puerta del destino y encontrarse cara a cara con un futuro excluyente. Almohada, sálvame de este terror.


No hay comentarios.: