sábado, noviembre 06, 2004

Salvame de la decepción de un mundo tan poco habitable como la noche sin vos, porque no quiero más inyecciones de condena día tras día, a sabiendas de que los barrotes están bien lustrados, tienen 220 y un dragón hambriento del otro lado (por si las dudas...).
Por eso necesito que me rescates, porque no hay forma de escapar sin una dosis de magia que me transporte, sin un par de alas que me ayude a subir hasta lo más alto, donde no llega el smog, ni la contaminación, ni los hijos de puta.
Pero me parece que tus vuelos están ocupados, en otros horizontes, en otras celdas, en diferentes planos de este mundillo tan poco amable con sus turistas. Quizás prefieras otros destinos, eso no puedo saberlo todavía. O quizás no te interese este ni ninguno, lo cual es igual de triste. Porque me has dicho que nunca hubo flores en tu jardín, y yo, iluso por naturaleza, soñé con plantar y ver crecer hermosos jazmines. En cambio ahora esa fantasía parece marchitarse sin siquiera haber brotado, como todos los días por estas horas, como todas las condenas, como todas las jaulas.
Necesito el abrazo redentor con suma urgencia. Necesito la caricia libertaria, dada por una mano pequeña y blanca, casi simbolizando esa paloma, con todo lo que significa. Necesito arder en una mirada, y consumirme entre dos pupilas.
Y es así que va de nuevo, tacho otra vez el calendario, me dirijo hacia la horizontalidad, a rezarte con los sueños, a tratar de respirar con la inconsciencia un poco de aire puro, libre de hombres que son los dos bandos de una guerra, de suelas que pisan cabezas, de miradas con toldo, de plantas-jaula y cosas por el estilo. Hacia mi dosis de libertad.

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