martes, agosto 16, 2005

El réquiem para una noche gris.

Todo caída libre en un precipicio infernal.
La palabra conspiración, aunque paranoica, no quedaría mal. Me gobierna esa sensación de avalancha inminente que nada quiere calmar, y mis intentos se pintan de estériles, pero ese espíritu obstinado nunca se va con las manos vacías.
La persecución del consuelo termina con victoria casi sobre la hora, y la copa de campeón viene del brazo de esa mueca alegre que me da la pauta de que los goles siguen valiendo, pese a los bombardeos impunes.
Sale, doblemente, el sol en mi ciudad.

No hay comentarios.: