En ciertos sentidos
seguro crecimos.
Ya no nos proteje
ni siquiera el arbolito.
Estamos más solos
cuando envejecemos
y decirlo a los veinte
no parece alentador.
Pero los años son como abrojos
y se enganchan con cualquier soledad
que ande volando por el aire.
Igual también así
pescamos a veces
sonrisas de plenilunio
y ensaladas de fruta.
Que nos llegue la hora
cuando quiera llegar.
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