martes, diciembre 12, 2006

Dos sin uno.

Como un árbol... un árbol en su mejor lugar, con la plaga del amor a cuestas.
Que los citricos en dos, el rompecabezas de la eternidad y la mar en coche, pero somos incapaces de tener un poco de tacto a la hora de escupir, de enchastrar un potencial pantano.
La plaga daña al arbol, y después se muere porque su hábitat se marchita.
La ironía del pingüino que se convierte en suicida después de matar a su pareja.
O la de los dioses.
Que nos dan mente de pájaro y cuerpo de serpiente.
Nos enroscamos en lugar de volar.

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