martes, diciembre 12, 2006

El por qué del insensible.

No hablo de una víctima,
nomás de alguien que no quiere endurecer su alma
a costa de cualidades tan innatas como aprender a leer,
de pequeños destellos de crueldad,
como la amenaza de una rosa y sus espinas.
Espinas que se clavan en los dedos.
Dedos que se van en sangre.
Sangre que corre por las manos.
Manos que acarician a la rosa.
¿Rosa que afila sus espinas?

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