de lo que puede ofrecer un día.
Se avecina el naufragio
mientras muere la noche
en este oleaje febril
que parece una ilusión
pero, al despertar,
se convierte en pesadilla.
Y no queda más que olvido:
en la memoria agitada
sólo esperan los tormentos
y las ansias de silencio.
Azotes intermitentes
(parecen interminables)
en el cuerpo y en el alma
aflorando las miserias
de una conciencia estropeada.
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