martes, mayo 24, 2011

Fugaz.

De repente no me alcanza la vida, y corro delante de los momentos, a punto de ser alcanzado por el tiempo y su tiranía gélida, impía, fatal.
No se detiene el motor, ni la lluvia de arena cesa en el reloj (fugaz, como nunca, despegándose de sus propios parámetros, acabándose constantemente, deshaciéndose entre mis dedos perfumados).
Todo es un suspiro: a veces profundo y feliz, otras fastidioso o, incluso, agotado, pero intensamente efímero cada sentimiento que se atraviesa como un rayo en este panorama.
Y el camino es un misterio que alimenta la inquietud naciente, todo el inmenso paisaje abierto de par en par, toda la vida para mí y no sé por qué flor empezar a respirar, que ya quiero oír cantares y arroyos, y beberme la eternidad a fondo blanco.
Cuchareo minutos de la luna, y me atraganto con el tiempo que todavía no llegó.
Todo es fugaz, irrepetible e irrecuperable, pero las verdades también.

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