martes, mayo 03, 2011

Otoño, afuera y adentro.

Ha vuelto el frío
para arrebatar
el abrigo de los árboles
la vida de los jardines
el ímpetu de este espíritu
(otrora tan exultante
hoy es pura languidez).

Su filo helado cercena
el impulso de un arranque
con siniestra maestría
(es que la eternidad
enseña con eficacia).

Se desuelan las veredas
igual que si fuesen ramas.
Los días van encogiendo
y cubriéndose de nubes
-¡no lleguen para quedarse!-

Y todo adornado de muerte
como un velorio itinerante
dando la vuelta al mundo
haciendo pie en estos rumbos
dejando sus decorados
por acá, desparramados
llenando el aire con nada
más que el canto de las hojas
a la vida que abandonan
mientras se las lleva el viento.

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