Esas noches con teté
que volvieron sin reproches
a una regia madrugada
en un nido de fantoches.
La tiniebla más perfecta
la de los enloquecidos
que reposan a la sombra
esperando por latidos.
Y grandes trapos había
un anhelo y la belleza
todo como gran fórmula
para volar mi cabeza.
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