Gotas de piano sobre la piel
fundida en el amanecer
(que es un durazno por el color
y por el cielo aterciopelado).
Los edificios de Lugano
parecen erguirse un poco más
para ver mejor los albores
que florecen urgentes allá
en el horizonte imponente
que nos recuerda a la eternidad.
Todo tiene un sabor suave
en este cálido génesis.
Y las impresiones del mundo
-donde la vida es un hecho
sin virtuales frivolidades-
nutren este sentimiento
de vida nadando en las venas.
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