viernes, noviembre 04, 2011

Testigo del parto.

Sobrevuelo el alba
con una leve brisa
que mece estas alas
tibias, soleadas,
ligeras... intangibles.

Pero presentes,
llenando la espalda
(eso que no se ve,
ese mundo inabarcable
que queda siempre
detrás de lo visible)
salvando a mi alma
de la gravedad.

Nace el día, y su parto
es el más natural de todos,
con el sol saliendo
entre las piernas azules
del mismísimo horizonte
y llorando rayos de vida
que contagia a todo su entorno.

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