Cada noche la luna embellece
y supera lo recién insuperable,
se reinventa en su hermosura
ante los ojos incendiados
por el ciego fuego creativo.
Cada noche la muerte espabila
y sale a dar un paseo,
silbando su tos, murmurando
el fatal discurso final.
Cada noche desordeno mi locura
y le busco una mejor disposición
en el limbo que las sombras no corroen
al resguardo de los viles laberintos.
Cada noche siento tanto
las victorias y las derrotas
que soy sólo una conmoción
deambulando bajo las estrellas.
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