lunes, abril 19, 2004

Desde lo más profundo de mi ser creo que la palabra "loco" nos es común a todos. La locura que la sociedad establece es esa locura que depende de quién enjaula a quién. Pero no, mejor no hablar de ciertas cosas. Yo me refiero a la locura que nos hace únicos, nos hace diferentes a los demás y permite que todo esto no sea una monotonía aún más grande. Esa locura que a veces es condenada (así será cada vez que alcance cotas "desmesuradas") da la oportunidad de imaginar las cosas con una perspectiva singular y fantástica, tan propia como la misma mirada. Hay locos que son todo creación, todo imaginación, todo sueño. Esos son los que dan pequeñas huellas que asisten a la moribunda esperanza para darle un aliento vital. Y hay otros locos... los locos que destruyen, que limitan, que cierran. Son locos demasiado locos: son cuerdos. Son los que destruyen a sus diferentes, los que atan y mortifican, los que cambian y adaptan, los que quieren liderar. Visten un sadismo a flor de piel que dificilmente se pueda comparar con otra cosa que no sea su egoísimo. Son locos que, una vez que hicieron su mundo, nos golpean con él hasta matar todas nuestras ilusiones e ides, todos nuestros criterios y valores, todo nuestro bien y nuestro mal, y ahí criarnos en base a su planeta de locura tan loca, y... ¿saben qué? Yo no quiero volverme TAN loco.

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