viernes, abril 16, 2004

Sí, un diminuto estado de nirvana "a lo Lucien". Es un diluvio mental, como una cascada de aguas filosóficas e idealistas que caen sin cesar y no me dan los dedos para dibujar en letras todo lo que mi mente barrunta, imagina, moldea. Hoy me dijeron que tengo ansias de poder, cuando siento que lo aborrezco, que no deseo jamás sentirme en una situación de poder más allá de lo que sea necesario para cumplir mi jodida utopía de que este mundo sea un lugar "mejor", porque mi asteroide viene agonizando desde hace ya mucho tiempo y no quisiera que se extinga la especie que más me reconforta. Lo más triste de todo esto es la certeza de saber que jamás de los jamases voy a ver mi obra terminada. Y no sé cuál es el quiebre, atrás de qué arbusto me olvidé las esperanzas, en qué camino me cambiaron el entusiasmo que tenía en las alforjas por un nihilismo tétrico, infausto y letal. Amo ser lo que soy, pero tengo tantas ganas de recuperar esas motivaciones, esa creencia en lo que quiero, esa certeza de una posibilidad de mejorar, de lograr algo. No sé, es patético mi estado de hastío.

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