miércoles, abril 21, 2004

Una fuerza salvaje se desata desde las entrañas del corazón. Esa pasión furibunda que atormenta al cerebro con azotes inclaudicables de rebeldía, de libertad. Brota a borbotones la rabia contenida en nuestro enjaulado espíritu. La explosión y el llanto, el grito y la bronca, la anarquía sensorial toma por asalto al cuerpo y lo sume en mágicas vivencias inimaginables. Un espectáculo brutal, demencial, antológico. El mar de almas está más picado que nunca, y de su efusividad nació una luz multicolor que inunda la galaxia, demostrándole a los dioses que a veces no gana quien mejor juega, sino quien más resiste.

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