viernes, febrero 16, 2007

Las hojas secas.

Las hojas secas persiguen a los autos que pasan cerca de ellas.
Es como si por no saberse mover, trataran de imitar la conducta más próxima.
Como si tuvieran vida pero no piernas ni alas ni un vientre sobre el cual arrastrarse.
Ni raíces para echar.
Sólo esperando el milagro de una ráfaga que las eleve.
¿Será esa la gloria de las hojas secas?
¿Qué sentirán cuando la gente las pisa? ¿es un quejido?
Y si es un quejido ¿por qué suena tan agradable?
Capaz es el alimento de nuestro morbo lo que nos hace creerlo así.
Pero ellas no mueren más cuando jugamos a la orquesta de las pisadas.
¿O sí?
¿Y cuando la lluvia las ablanda?
Qué rara forma de no-ser la de una hoja seca.

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