Concediéndole un berretin al espíritu
entre la percusión de esta lluviecita
y la mágica estampa tuya
que en mi mente se precipita.
Te veo con otros ojos
pero igual sos de una hermosura
que hasta los ciegos admiran.
Y descubriste mi punto debil
a la hora de las cosquillas:
justito en el medio del alma.
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