a la nada vuelven
en cuestión de instantes.
Sus sensibilidades
son sus debilidades
cuando un viento fresco
o el rocío níveo
traen los ojos de la muerte.
Su efímero esplendor
(la belleza, si es fugaz...)
se vierte completo, y luce
(...deja una estela indeleble)
el éxtasis de los colores.
Son los resabios
de una primavera
en franca retirada
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