jueves, abril 07, 2011

Retoño gris.

Se pone gris la ciudad
y, de un plumazo
los sonrientes se disipan
las canciones enmudecen
los tecnicolores lados
de esta pecera pública
se opacan sin dar tregua
a los espíritus, que encogen
y van desapareciendo
(fugándose, silenciosos,
esperando una alegría
que los vaya a rescatar).

Cómo absorbe la energía
el otoño en sus entrañas
que no ceden ansia alguna
y devoran desde el tiempo
desde las estaciones
ancladas en la ausencia
sin dejar ni una migaja
para el famélico ánimo.

Y se suicidan las flores
percudidas, del estío
ya lejano, como todo
lo que acaba de morir.



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