son remolinos caóticos y fugaces
que despiertan con una racha
y desaparecen al momento.
Vuelve el alma de la tarde
reflejada en un abismo
que le entrega su belleza
a los sentidos que arrimen
con su muda abundancia
mientras rumian sin fin
varados en la perfección.
Y el sol reinventando todo
a cada nuevo instante
contagiando tantas luces
como piedras en el cerro.
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