Corré riesgos, ensuciate, raspate las rodillas, llorá hasta el ahogo, pero sé feliz.
Y para ser feliz, hay que ir a dar con ella, hay que comprometerse con su búsqueda, y tener miedo de perderla, y de encontrarla también (porque el abismo que sucede a lo alcanzado es inmenso y umbrío).
Por eso, tantos prefieren el útero de la comodidad, esa tibia costumbre de tenerlo todo a mano. Todo, menos la felicidad.
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